Y entonces va y ocurre de repente en el viaje, en un momento cualquiera, en el que me había planteado simplemente "dejarme llevar", en una ciudad, Zurich, donde no había estado antes, una "casualidad" y acabo compartiendo mi día con cuatro mujeres maravillosas.
Si no fuera porque ha sido real parecería el comienzo de un chiste: "Se abre el telón y aparecen cinco mujeres de 4 continentes diferentes: una mujer de Kenya que vive en Dubai, otra de Malasia que vive en Singapur, una de Bulgaria que vive en Alemania, otra australiana y servidora..."
Y, una vez más, compruebo que precisamente esto es lo que adoro de viajar así: poder fluir, sentirme en conexión con personas que no conozco de nada, de culturas totalmente diferentes, compartiendo conversaciones sobre la situación de la mujer en distintos países, la familia, el trabajo, la economía o la sociedad.
Riendo, comprendiendo y escuchando con sincero interés, sin tener que cumplir ninguna expectativa y con personas que valoran también salir de "su zona", conocer y tratar de juzgar menos y aprender más. Enfin, no me canso nunca de agradecer estos momentos mágicos...