sábado, 29 de junio de 2013

Mi particular viaje a Ítaca

Me gustaría compartir con vosotros esta bella lectura que me ha enviado mi buen amigo Juan y reflexionar con vosotros en estas ideas: ¿Qué es más importante, el destino o el camino hasta alcanzarlo?
¿Es más satisfactoria la idea de alcanzar nuestra meta o lo que aprendemos y evolucionamos hasta conseguirla?
¿Deseamos un éxito rápido, un camino corto, o un camino largo y rico en vivencias que nos permiten aprender?
¿Qué importa más el Qué o el Cómo?
 
ÍTACA
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.
Konstantínos Kaváfis

Tortuga volviendo al mar después del tremendo
esfuerzo de poner sus huevos, en Tortuguero (Costa Rica)

jueves, 27 de junio de 2013

Sin miedo al cambio

Estos días estoy hablando con muchos amigos, se van enterando de mi situación y se interesan por saber cómo estoy y cuál va a ser mi siguiente proyecto. Me ven feliz, decidida, y yo les explico que me encuentro así porque creo que esta situación es una oportunidad. Creo que vamos pasando por etapas en la vida, en las que vamos aprendiendo, nos aportan experiencias de desarrollo y mejora, de todas podemos sacar aprendizaje, pero también tenemos que aprender a “dejar ir” las situaciones, las cosas, y, a veces, las personas. Creo que es importante no aferrarse demasiado a las cosas. Eso no quiere decir que no vivamos intensamente el momento, el presente, las relaciones con los demás. Y también es importante prepararnos para el futuro, planificar, saber hacia dónde queremos ir y trabajar en esa dirección. Con “no aferrarnos” me refiero a la “dependencia” que a veces tenemos de ciertas situaciones, y está relacionada con el “miedo al cambio”. Debemos aprender a salir de “nuestra zona de confort”, a no tener miedo a lo desconocido, a poder probar cosas nuevas, si realmente queremos tener resultados nuevos o mejores… primero tenemos que probar. Y eso supone ser valientes, decididos, arriesgarse a cambiar.
 
¿Por qué a veces nos limitamos mentalmente pensando que las cosas que los demás hacen no las podemos hacer nosotros? Sí que puedes hacer lo que te propongas... La diferencia entre hacer o no hacer es querer con la suficiente fuerza como para poner en marcha todas las vías y los recursos que necesitas para hacerlo realidad. Sólo hace falta querer de verdad, estar lo suficientemente convencido. A partir de ahí ya te preocupas de que todo gire de forma que te haga conseguir tu objetivo. Ahora bien, el primer paso importante es saber realmente cuál es tu sueño. ¿Qué es lo que quieres conseguir que te haría mover montañas para  alcanzarlo? ¿Qué es lo que sueñas hacer/conseguir/ser en la vida? Es una pregunta sencilla, pero compleja a la vez. Y es la primera pregunta que debes hacerte y que tú y sólo tú debes responder.
 

Great Ocean Road Melbourne (Australia)





 
 

 


lunes, 24 de junio de 2013

Mi Gran Sueño

El mes pasado fue mi cumpleaños. También fue el mes en que acabó mi relación laboral en la empresa en la que llevaba trabajando 9 años. No conseguimos que nuestros intereses estuvieran alineados, así que lo más sensato era decidir empezar una nueva etapa.

Hay veces en la vida en las que hay que tomar decisiones que pueden parecer difíciles, como en este caso era para mí. Tomar la decisión que tomé implicaba atreverme a decidir un cambio, arriesgarme a empezar de cero, pero eligiendo yo. En estos casos creo que es bueno pararse a pensar: ¿Cuál es mi misión? ¿Qué me hace feliz? ¿Cuál es mi ilusión en la vida? ¿Me ayuda la decisión a acercarme o a alejarme de mi objetivo? Las decisiones importantes salen del corazón, las sientes muy dentro, las ves muy claras y oyes una voz interior que te orienta. Al fin y al cabo sólo podemos ser plenos si conseguimos que haya un equilibrio y una coherencia entre lo que queremos hacer y lo que realmente hacemos. Así que he decidido que nadie decida por mí cuál es mi siguiente paso en la vida… por eso me siento feliz. Y por eso creo que este año he recibido el mejor regalo que podría imaginar. La oportunidad perfecta para hacer realidad mi sueño. De todas formas, la elección de la actitud es nuestra. Cada uno de nosotros somos responsables de nuestra vida y tenemos la libertad de elegir cuál es la actitud que queremos tener ante las circunstancias y los hechos que nos ocurren. Un mismo acontecimiento, como sabemos, puede ser vivido de forma radicalmente opuesta por dos personas, pero si lo analizamos bien, la diferencia básica estriba en cómo cada una de esas personas decide afrontarlo. Las cosas simplemente ocurren, no son ni buenas ni malas en la mayoría de las ocasiones, todo depende de cómo las sientas, las vivas, las interpretes... Yo elijo interpretar mi situación como una oportunidad… La de hacer realidad mi Gran Sueño.
Emoción tras alcanzar la cima del Púlpito (Noruega)
 

jueves, 20 de junio de 2013

Viajar...

Viajar es sagrado: la humanidad viaja desde la noche de los tiempos, en busca de caza, de pasto, de climas más agradables. Son raros los hombres que consiguen comprender el mundo sin salir de sus ciudades. Cuando viajas -y no me refiero al turismo, sino a la experiencia solitaria de viaje-, cuatro cosas importantes suceden en tu vida:
a) Estás en un lugar diferente. Entonces, las barreras protectoras ya no existen. Al principio esto da mucho miedo, pero al poco tiempo te acostumbras y pasas a entender cuántas cosas interesantes existen más allá de los muros de tu jardín.
b) Porque la soledad puede ser muy grande y opresora, tú estás más abierto hacia personas con quienes normalmente no cambiarías palabra, como camareros, otros viajeros, empleados de hotel o el pasajero sentado a tu lado en el autobús.
c) Tú pasas a depender de los otros para todo: conseguir hotel, comprar algo, saber cómo tomar el próximo tren. Descubres entonces que no hay nada malo en depender de los otros, sino que, por el contrario, esto es una bendición.
d) Estás hablando un idioma que no comprendes, usando un dinero cuyo valor desconoces, caminando por calles por donde nunca estuviste. Sabes que tu antiguo ´yo`, con todo lo que aprendió, es absolutamente inútil ante estos nuevos desafíos, y empiezas a descubrir que, enterrado allá en el fondo de tu inconsciente, existe alguien mucho más interesante, aventurero, abierto hacia el mundo y las experiencias nuevas.

Viajar es la experiencia de dejar de ser quien te esfuerzas en llegar a ser para transformarte en aquello que eres.
 
PAULO COELHO